Comida de gallinas

Las gallinas como si nada, ni cuenta se dieron porque tenían para tragar. Pero luego ya no había, se acabaron las sobras. Desde el primer día intenté salir a conseguirles algo, pero no pude salir, por eso rogaba a Dios que alguno de mis hijos me visitara pronto; ya mero se cumpliría una semana y nadie había ido a buscarme, me la pasaba preocupada por mis gallinitas.

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Mi hijo se llama Emiliano

¿Otra vez tengo mareos matutinos?, pero si hace mucho que terminé con los achaques. Puse las manos en mi escritorio para no caerme, luego inhalé profundo y cerré los ojos para concentrarme en la respiración.

Inhala… exhala.

Esta sencilla técnica me había funcionado los primeros meses, pero no me estaba ayudando en ese momento porque empecé a sentir el mareo en mis manos, era como si la mesa se estuviera balanceando. Pensé: “¡Esto es peor que al principio!, de seguro me va a dar náuseas y luego estaré vomitando el piso de la oficina”.

Me imaginé la escena con claridad, sentí un adelanto de la vergüenza por la catarata de huevos con chorizo que inundaría el piso. De pronto escuché la voz de Emiliano, y se hacía más fuerte en cada paso que daba desde su oficina, me estaba gritando muy alterado: “¡Dina, Dina!… ¿Qué estás haciendo? ¡CÓRRELE! ¡Tenemos que salir, está temblando!

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No me lo vas a creer.

Tienes libre albedrío para pensar que lo que te voy a contar no es verdad. Cada quien puede creer en lo que quiera. Y yo creo en lo que me pasó.

Resulta que compré un atado de hierbas, y ya sabes que las hierbas son medicinales y tienen varios usos, como cuando pones lavanda en el difusor para sentir calma. Pues yo compré un atado de ramitas que supuestamente ayuda para nuevos comienzos. El chiste es quemarlo de una orilla y dejarlo consumir mientras el aroma impregna tu casa… o puedes hacer con él cualquier otra cosa que se te antoje.

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Dime de qué presumes…

Dime de que presumes y te diré de qué careces. Por eso te presumo sin culpa, porque no eres mío.

Finjo que no estoy enamorada de ti solo para entrar en tu juego: ese donde puedo textearte a las dos de la mañana o compartirte un meme que te hará reír, contarte de mi prima que me odia o enviarte el descuento de la licuadora que falta en tu cocina.

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¿Y tú les crees?

Fui corriendo por los pasillos de tu torre. Me dijeron que eras bruja y que debajo de tu cama encontraron tu libro de hechizos con hierbajos de pociones.

Corrí para verte antes de que te llevaran aquellos que decidieron quemarte. Necesitaba preguntarte si era cierto que eres bruja y que usaste veneno para amarrar mi corazón al tuyo.

Llegué a tu puerta y entré sin permiso, como cada noche desde hace más de un año.

—Te acusan de bruja —te lo dije casi sin aliento.
—¿Y tú les crees?
—Yo solo vine para que me lleves contigo.

Reto de escritura “escribir jugando” por Lidia Castro.

Adivina tu nombre

Vamos a jugar
a las adivinanzas:

Yo finjo que
no me importas,
y tú adivina
que me vuelves loca.

Yo hago como que
no me provocas,
y tú adivina
que me apasionas.

Yo te miro
cuando no me miras,
y tú adivina
que te quiero besar.

Si voy
donde tu vas,
adivina
por qué será.

Si yo no puedo
decir lo que siento,
adivina tu nombre
en esto que parece verso.

Julietajimz