Un hombre que admiro, dijo un día en una conversación trivial en un bar, que si él se divorciara se buscaría una mujer más joven, porque tiene la opción y porque no hay necesidad de batallar con mamás solteras.
Esa es una expresión patriarcal que asigna valor a las mujeres, un valor respecto a la condición de la mujer.
Nos dijeron que nos devaluamos con la edad, nos devaluamos con el peso y con los kilos, con las arrugas, las canas, el acné, las estrías y la celulitis. Nos devaluamos si somos madres, incluso para nuestras propias parejas, porque después de parir tenemos la presión de “cuánto tiempo te tardarás en volver a tu figura anterior”.
Nos dijeron que debemos mantener nuestro valor a través de la tortura por la belleza, nos repitieron muchas veces que la belleza duele y nos la creímos. La belleza duele y además debes pagar por ella. Ya no saben ni qué inventar para sacar maquillajes, cremas y tratamientos de spa que prometen piel más blanca, piel sin manchas, piel más tersa, piel sin arrugas, pestañas largas, labios gruesos. Masajes y tratamientos corporales contra la celulitis, contra la flacidez, contra la piel de naranja y contra lo que “no se vea bien” en una foto. Mil inventos en tintes de cabello para ser más caucásicas y menos lo que somos. Inventos también en los ejercicios (y no por salud), para conseguir cuerpos esculturales: ejercicios para aumento de glúteos, cinturas chicas y abdomen plano, piernas largas y torneadas. Y ropa, mucha ropa para verte espectacular, zapatos de tacón para lucir las piernas y vernos altas, escotes llamativos, ropa ceñida al cuerpo y a la moda, ropa que te favorezca para que te veas más como debes verte y menos como eres. Y si sometiéndote a todo lo anterior no consigues verte como a ellos les gusta, no te apures, para eso están las cirugías plásticas, para que cambies tu nariz y tus senos a los estándares de belleza patriarcal.
Nos criaron con miedo a ser feas, vivimos con miedo a que se noten los “defectos” y con miedo a decir nuestra edad después de los cuarenta. Aceptamos los complejos que nos vende la publicidad, crecimos inseguras de nosotras mismas y con ausencias de amor propio. Pero obviamente íbamos a tener miedo después de que nos repitieron hasta el cansancio que a las feas nadie las quiere, y que el amor entra por los ojos. Fuimos bombardeadas por nuestras madres, padres, amigos y amigas, por las películas infantiles y las películas porno también, por la publicidad y el photoshop.. y ahora con los modernos filtros de instagram.
Que dice el patriarcado que me vengo devaluando desde el 84
Y que aumentó considerablemente mi depreciación en el 2008.
Pero dicen que puedo invertir en L’Oreal y Mac para cotizar en el mercado.
Y que debo prestar atención a la demanda extranjera.
Y que oculte las inversiones en botox para reducir la falta de confianza.
Y mejor si obtengo alianzas con Gyms para mejorar mi tasa de interés.