Reseña: El idioma de los gatos

Fui a la librería a pasear y a ver qué se me pegaba, ya cuando estaba por pagar descubrí un título que llamó mi atención: “El idioma de los gatos”. Y mi mano reaccionó como imán a coger el libro, porque tengo dos gatos y me gustaría saber qué quieren cuando se me restriegan en la pierna, o porqué maúllan cuando cierro la puerta del baño, y también quisiera preguntarles si se enteraron que les puse un nombre o solo me ignoran por puro gusto. Todo esto pensé en segundos, antes de abrir el libro.

Y empecé a leerlo por la mitad —como siempre hago para inspeccionar un libro—, y me atrapó lo que leí, aunque me desilusionara que no se tratara de ningún diccionario ni traductor de gatos.

Compré el librito de 20 cuentos cortos y 127 páginas, que se pueden terminar de leer en una tarde de ocio, o lo puedes pasear en tu mochila como yo, que lo leí para matar el tiempo mientras esperaba en alguna fila, en lugar de sacar el celular sacaba este librito amarillo. Y es que para eso me gustan los libros de cuentos: para leerlos cuando no tienes mucho tiempo; para dejarlos de leer sin que tengas que regresarte unas páginas porque ya se te olvidó en qué te quedaste.

El cuento que más me gustó fue “El asesino de papá Noel”, tanto me gustó que ya te lo compartí aquí en mi blog. El que menos me gustó fue “El que vino”, y en general la mayoría te darán mucho en qué pensar.

Me parece que Spencer Holst tiene la imaginación de un niño, ya que todos sus cuentos están llenos de ideas fuera de la realidad y de pensamientos que son muy típicos de la mente de un niño. Leerlo fue refrescante.

Y aunque todos pueden disfrutar al leer sus locas ideas, creo que lo encontrarán más interesante los que buscan formas de estimular la creatividad, como me pasó a mí, que estoy estudiando escritura creativa y me ayudó a desbloquear pensamientos cuadrados e ideas vanas llenas de realismo; a no estancarme en tramas racionales y acontecimientos convincentes.

Y es que cualquier cosa puede pasar en un cuento de Spencer Holst, desde un gato hablando con un científico hasta un camachuelo tomando clases con un duende. La imaginación de este autor no tiene límites, y aún así todos los cuentos tienen su propia lógica, tan persuasiva que te sientes tentado a filosofar y cuestionar el orden de la realidad. ¿Has leído algún cuento de las mil y una noches? Pues algo así es Spencer Holst, como una Sherezada de Nueva York: Cuentos fantasiosos que nacen de la realidad de un Estados Unidos de los setentas.

Otra característica en sus narraciones, que me pareció bastante divertida y desenfadada, es que se mete a criticar y opinar el cuento mientras te lo cuenta, un ejemplo:

Pero yo, como autor, tengo ciertos poderes.
Así que me gustaría expresar la gratitud que mis personajes no han sabido demostrar. Verán, este vagabundo morirá de tuberculosis en un par de meses, pero yo voy a hacer que la policía lo detenga acusándolo de ebriedad en la vía pública, y que lo lleve a Bellevue, donde descubrirán su tuberculosis y lo enviarán a un sanatorio estatal, a morir.
Allí cuidarán de él.

Y bueno, en conclusión sí recomiendo que te leas El idioma de los gatos y sobre todo lo recomendaré a cualquier persona que quiera leer algo para estimular su imaginación, sus ideas y su creatividad.

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