murmullo de las abejas

Reseña: El murmullo de las abejas

En la búsqueda de autoras mexicanas encontré el nombre de Sofia Segovia. Leí sobre ella, escuché algunas de las entrevistas que ha dado y la verdad me conquistó: por su trayectoria y por la forma en cómo llegó a ser autora best seller de México. Así fue que, aún sin haber leído “El murmullo de las abejas”, empecé a considerar a Sofia como una de mis autoras aspiracionales.

Reconozco que me tarde en comprar su libro, primero porque ya tenía varios apilados cuando me enteré de su existencia y luego porque el título y el tema no me atraían. Pero tenía que comprarlo y lo compré, y te puedo decir que no lo pude soltar desde las primeras páginas.

No fue como esos libros que me tardo unas cuantas páginas en agarrarle el ritmo y el gusto, por el contrario desde el principio lo disfruté: sentía que era una historia contada por mi abuela o por mi tía, con ese mismo ritmo y tono al hablar, de esas cosas que ya pasaron y que se convirtieron en anécdotas. Sentí como si de verdad escuchara una voz contarme la historia, y también sentí esa certeza que se siente cuando sabes que lo que se te cuenta es porque así fue como sucedió.

Otra de las cosas que me gustó del Murmullo de las abejas —que he visto en muy pocos libros— es la visión 360º que nos regala Sofia Segovia al ir cambiando de personaje en cada capítulo. Como resultado tenemos una completa perspectiva de cómo sucedieron los acontecimientos y de cómo la vivieron los involucrados. Me recordó un poco al libro 100 Años de soledad y al mismo tiempo al libro La casa de los espíritus, sin comparar a Gabriel García Marquez e Isabel Allende; sin embargo los tres (aquí incluida Sofia Segovia), a su estilo cada uno, me han contado una historia llena de historias y de vidas, y del paso del tiempo, de esas historias que inevitablemente te marcan.

Inicié mi lectura y no lograba dar con el narrador de la historia, a veces parecía un narrador personaje, otras un narrador omnisciente, y luego parecía monologo. La verdad me hizo sentir un poco incomoda y pensaba: ¿no se supone que debemos mantener el mismo narrador en la trama, al menos en el mismo párrafo? Pero luego fui avanzando en la lectura y me acostumbré y me di cuenta que ese estilo es el que debe de ser cuando se cuenta una historia de esa categoría. Así es como platicaba mi abuela, cuando contaba que fulanito había hecho equis cosa, y luego continuaba diciéndonos lo que fulanito pensaba en ese momento, y al rato ya nos decía lo que menganito (que también presenció esa equis cosa) hizo y dijo. Y es que así es como se platican los hechos cuando te tocó vivirlos, y que son de hace mucho, mucho tiempo.

Y así como cuando escuchas a tu abuela y te dan ganas de sacar las fotos en blanco y negro para irle poniendo paisajes y rostros a la historia, igual me paso a mi con Linares —lugar donde sucede la historia del libro— y me fui al centro del pueblo para conocerlo, caminé por las calles y visité algunas haciendas; con google maps claro… porque yo de Linares no conocía nada. Y supe que está justo entre Nuevo Leon y Tamaulipas, ambas ciudades de mi niñez. Investigué algunas cosas que iba leyendo y así también me enteré de la zona citrícola de México.

Disfruté tanto que me tardé más días en los últimos capítulos, primero porque no quería acabar y segundo porque no quería llorar.

En definitiva les recomiendo leer el Murmullo de las abejas, y ya cuando lo lean van a querer como yo, “hablar Simonopio y escuchar con los ojos, ver con la piel y sentir con los oídos, y saber que la vida nos habla de ese modo y que sólo debemos saber y querer escucharla, verla, sentirla”.

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