Categoría: Puros Cuentos
< Del Reto de escritura 30 días: día 6>
Estoy parada en la ventana de mi cocina, viendo a la calle mientras lavo los trastes de la comida. Pasa por la banqueta un perro, lo veo que va caminando cansado y triste, y no sé porqué me imagino que es un perro perdido, que alguna vez tuvo una familia que lo amaba y lo quería, pero ahora su pelo me dice que lleva meses viviendo en abandono. A lo mejor debería hacer algo pero apenas lo acabo de pensar y ya no lo alcanzo a ver.
Ahora va pasando una mujer como de mi edad. Pasa caminando muy despacito y noto que anda con un bastón en una mano y bolsa del mandado en la otra, seguramente va de camino a la tienda que está a dos cuadras. Me pregunto si tendrá familia o vivirá sola, quizás si tuviera marido iría en su lugar a la tienda. Creo que no es la primera vez que la veo pero nunca la he saludado, quizás debería acompañarla y sacarle plática. Pero será para luego porque todavía no termino y ya pasó.
Después de cada comida me gusta lavar mis trastes y la tarja para dejar mi cocina muy limpia. No es que yo la ensucie mucho, es una maña que tengo desde que vivo sola, tener todo siempre en orden. La soledad me da mucho tiempo.
Vuelvo mi mirada a la ventana y pasa mi vecina que vive del otro lado del parque. No la conozco pero la veo casi diario, sale a correr. Algún día me gustaría saludarla y preguntarle si puedo unírmele a correr, así tendría un compromiso y no estaría posponiendo el ejercicio.
Pocas veces como hoy me cala la soledad, la mayoría de los días la disfruto. Pero hoy me vuelve a entrar esta idea de tener un perro para hacerme compañía, un motivo para salir a pasear y toparme con la gente en la calle, platicar con los vecinos y hacer amigos. A lo mejor mañana, porque ahorita debo sacar la ropa de la lavadora.