Abre un libro al azar, elige una línea y úsala para iniciar una historia

< Reto de escritura 30 días: día 2>

—Señoras y señores —dijo el capitán con una voz baja, lenta y un poco cansada—, tienen 5 minutos para retirarse.

Todos vamos a coger nuestras pertenencias al área de lokers. Abro el mío para dejar los zapatos del trabajo y ponerme mis tenis, todos están en lo mismo pero yo me apuro. Cierro bien mi loker, me cuelgo mi mochila y me doy prisa para hacer una parada en el baño antes de irnos. Cuando salgo del baño agarro camino a la salida.

Voy por el pasillo hacia la salida, y de pronto noto que todo esta muy silencioso. Al llegar a la puerta me saca de onda ver que está cerrado. No puede ser, no es posible que me haya quedado encerrada en el restaurante ¿Cómo no se dieron cuenta que falto yo?

No me quiero asustar, me digo que no pasa nada, solo tengo que hacerle una llamada al capitán y decirle que me quedé adentro. Abro mi mochila y busco mi celular, pero mi corazón se pone a latir muy rápido porque no encuentro mi celular dentro. ¡No chingues!, ahora sí siento que esto se está poniendo intenso. Me arrodillo en el suelo para vaciar todo el contenido de mi mochila ahí mismo. Nada. Mi celular no esta. Trato de recordar dónde lo dejé y …ya; maldita suerte, lo deje adentro de mi loker. Cojo la llave del loker que está en el piso. Meto todo lo demás a la mochila y me regreso corriendo por mi celular.

Voy por el pasillo cuando de pronto se apagan todas las luces y por impulso me sale un grito ahogado. Siento pánico, no veo nada nada. Estoy totalmente a oscuras, sola, en un viejo edificio del centro de la ciudad. Tengo la respiración agitada, como si hubiera terminado un maratón. Entonces empiezo a tener flashbacks de todas las historias de fantasmas que los meseros cuentan de este lugar. Historias que nunca he creído pero que ahora me parecen todas reales. Estoy hiperventilando, me recargo en la pared para sostenerme y no caer. Pero luego recuerdo que no estoy muy lejos de la puerta de un cuarto que tiene una ventana, puedo llegar a tientas.

Voy con las manos a ambos lados, tocando las paredes. No sé si cerrar los ojos e imaginar el camino o tenerlos abiertos aunque no vea nada. Calculo que en unos pasos más debo sentir la puerta en mi mano derecha. Cuando estoy a punto de tocarla escucho un azote fuertísimo y vuelvo a gritar; el sonido aunque se escuchó distante fue muy fuerte. Eso me hace temblar y estoy a punto de empezar a llorar ¿Qué cosa fue eso? ¿Qué fue lo que escuché? Trato de pensar en el sonido para identificar qué pudo ser. Busco en mi mente, en mis recuerdos. Pienso que quizá fue un sartén de la cocina, a lo mejor alguien lo dejó mal colocado y se cayó. Pero luego pienso que no puede ser, porque la cocina está del otro lado. Mejor me concentro en seguir caminando.

Apenas llegar a la puerta la abro inmediatamente y busco el interruptor pero no consigo dar con él. Ese cuarto era antes una oficina, pero ya no. Lo sé porque alguna vez dejaron la puerta abierta y pude ver en el interior un escritorio lleno de cosas. Al entrar puedo ver que una luz de la calle alcanza para iluminar apenas nada, solo lo suficiente para ver las siluetas de muchas cosas que no entiendo qué son, pero me basta para seguir a tientas hasta la ventana.

Me asomo y no veo casi nada allá afuera. Está todo muy oscuro. Esta ventana no da directamente a la calle, parece que da como a un callejón o algo así, por eso la luz se ve muy lejos. Me da miedo asomarme y ver los tejados de aquellas otras casas viejas, tan viejas como en la que estoy. Tomo un respiro profundo y sé que debo llegar a mi loker pero no me quiero mover. Siento demasiado miedo para moverme y andar por aquí yo sola. Maldigo mi estúpida idea de ir al baño. Pero ni siquiera me tardé mucho, estoy segura que no fueron ni dos minutos, no me cabe en la cabeza como me pudieron dejar.

No hay opción. Tengo que ir a mi loker. La llave está en el bolsillo de mi pantalón y me armo de valor para ir al pasillo. Apenas estoy en el umbral de la puerta cuando escucho claramente unas voces. Alguien está ahí, que alivio. —¡Hola, soy yo, me quedé encerrada! —Grito muy fuerte pero nadie me responde. Intento gritarle otra vez a las voces, pero nada. Me espero un momento y de nuevo las escucho, claramente son dos personas y no están muy lejos. —¡Hola, hola, acá estoy!—.

Empiezo a caminar hacia mi loker, con la seguridad de que me toparé con esas voces y ya no estaré sola. Pero ya no estoy caminando, ya estoy casi que corro y estoy muy asustada. Voy tropezando pero no me caigo, con las manos voy a tientas muy deprisa. —¡Hola, alguien, dónde están! —Vuelvo a gritar. Y no sé cómo pero de alguna forma llegué al área de lokers. Me caigo con la banca, pero no importa ya llegué. Saco la llave de mi bolsillo con prisa, busco mi loker con las manos, trato de dar con el mío. Me lo sé de memoria, doy con él y con las manos temblando intento meter la llave.

Meto la llave, giro y abro el loker. Justo acabo de hacerlo y la luz volvió repentinamente. Miro alrededor y veo a dos de mis compañeros cogiendo sus pertenencias de los lokers, uno está sentado en la butaca cambiándose los zapatos y están platicando como si nada.

Estoy congelada y estoy en shock ¿Qué es lo que acaba de pasar? No entiendo.

—Qué tienes mujer, ¿qué te pasa? —Alicia me toca el hombro —, estás con cara de que acabas de ver a un fantasma.

Fin de párrafo

La cajita es para motivarte a comentar algo