Qué le pasa a los papitos de ahora que meten a sus hijos a miles de actividades ya desde bebitos. Apenas nacen y ya están con estimulación temprana, clases de gateo 1, gateo 2 y perfeccionando el gateo etapa 3. El niño apenas habla y ya están metiéndolo a clases de lectura.
Como que se estresan ante la posibilidad de que fracasen … ¿cómo ellos?. Pues no sé, podría ser un reflejo de sus propias pérdidas. Algunos pensarán en convertir al hijo en todo lo que ellos no pudieron ser, otros quizá pretendan vivir su éxito a través de los logros de sus hijos.
En mi opinión es totalmente innecesario que tengan a los niños en mil cosas. Ahora las escuelas enseñan hasta tres idiomas, el niño sale de clases y en la tarde ya lo llevan a teatro, canto, baile, música, deportes y cuanta cosa quepa en sus horarios. Para pronto están con la comadre presumiendo todo lo que hacen sus hijos… ósea, es ahí donde siento que el chiquillo está cumpliendo los sueños de sus padres.
Esto no significa que esté en contra de las actividades extraescolares, de hecho Sofia tiene actividades. Me refiero a esos padres y madres obsesionados con esto a tal punto que lo convierten en una competencia: “mi hija ya va en nivel 10 avanzado, etiqueta roja de la serie doble D”, “mi hija ya tiene tres diplomas y cinco medallas por su clase y hasta el maestro me dice que nunca había visto semejante talento”.
Me daré un párrafo para reír, Jajaja
Ok, listo, continúo…
El objetivo no es ser obsesivo compulsivo con lo que los hijos hacen para luego ir por la vida presumiendo la vida de otro (será tú hijo pero eso no significa que sea tu vida). Patético ¿no crees?
Como yo lo veo es así: el ejercicio es necesario por mil razones saludables. El desarrollo de otras habilidades fomenta autoestima, seguridad, desenvolverse en público y bla bla bla, y está muy bien.
Sin embargo no espero de mi hija una medalla, lo único que quiero es que salga de su clase cansada y muy feliz, que tenga sus amigos ahí, que lo disfrute. No espero que la maestra me diga que es la mejor y no me gusta ir por la vida comparando a mi hija con los demás niños, como trillado tema de conversación.
Yo me siento orgullosa de mi hija, sin clases o con clases. No tengo la necesidad de demostrarlo.
Y bueno, me río de esas mamás que siempre me toca escuchar. Tan chistosas ellas, hasta presumen que sus hijos le pican al iPad y hasta le pican si el idioma está en mandarin ¿tú crees?, bien eruditos sus hijos.