Ayer me sucedió algo muy gracioso con mi hija.
Bajé del auto y enseguida abrí la puerta trasera para sacar a Sofia de su silla de bebé. Yo traía en la mano las llaves y mi celular, y me estorbaban en la complicada pero ya bien aprendida operación de desabrochar el cinturón con los mil seguros de la sillita, por eso decidí dejar las llaves y el celular en el techo del carro.
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